16 de octubre, año 920 del calendario Europea.
Organbaelz era un pequeño pueblo minero en Pelfe, una nueva región en el
principado de Wiltia. Y Tockerbrot era una pequeña panadería en el pueblo.
Después de la repetida expansión y renovación, ya no era una panadería pequeña,
y un día sucedió un incidente.
“¡Maestro! ¡Maestro! ¡¡¡Maestroooooo!!!”
Lud Langart, el dueño de la panadería, estaba acostado en su cama. La
mesera Sven estaba aferrada a él y derramaba un montón de lágrimas.
“¡¿Cómo sucedió esto?! ¿Por qué? ¡Es porque no soy lo suficientemente
buena! ¡¿Por qué no lo hice mejor así esto no hubiera sucedido?! ¡¡Waaah!!”
Sven lloró, gritó y despotricó. Sus ojos rojos estaban hinchados con
lágrimas y sacudía su hermoso cabello plateado.
“¿Um...Sven? ¿Por qué no te tranquilizas?”
El joven amigo de Lud, Jacob, le dijo.
Sven no escucho a Jacob y siguió llorando.
“Estás exagerando.”
La aprendiz de la panadería, Milly, habló con un tono asombrada.
“¡Te maldigo, Dios! ¡¿Cómo pudiste poner tal carga en mi maestro?! ¡Baja
para que te pueda golpear!”
Sven, quien tampoco escucho a Milly, maldijo a Dios, enfurecida e
intentaba buscar pelea.
“¿Qué sucede?”
La hermana Marlene de la iglesia en la cima de la colina entró. Miró de
un lado a otro entre Sven, quien estaba en pánico, y Jacob y Milly, quienes
encogieron sus hombros como diciendo, “No hay nada que podamos hacer”.
“¡Maestro! ¡No mueras! ¡No me dejes!”
Sin ni siquiera mirar a Marlene, Sven puso su cabeza contra el cuerpo
postrado de Lud y lloró.
“¿Uh...um...Sven? Cálmate, ¿de acuerdo? Solo me desmayé.”
Nervioso, Lud tranquilizó a Sven.
“¡Peroooo!”
Sucedió hace treinta minutos. Después de terminar los trabajos del día,
Lud se estaba preparando para el siguiente día cuando repentinamente se sintió
mareado. No perdió completamente la conciencia pero sus piernas sus piernas se
cruzaron y se calló y golpeo su cabeza con la esquina de la estantería cercana.
Solo sufrió una herida pequeña, un corte con algo de sangrado, pero cuando Sven
lo vio, entro en pánico y vendo su cabeza y lo forzó a ir a la cama.
“Estoy sorprendida. Realmente exageraste”
“¡No! ¿Cómo puedes decir eso, monja desagradable, cuando mi maestro
está herido?”
Sven se enfureció como si fuera a morder a la hermana Marlene, quien
volvió a hablar sorprendida después de escuchar lo que sucedió.
“Entiendo tu preocupación. Pero decirle que no muera es innecesario.
Podía escuchar tus gritos desde afuera”
Y los perros del vecindario se comenzaron a reunir.
“Le dije que estoy bien.”
Mientras decía esto con una expresión de preocupación, Lud se quitó el
vendaje de su cabeza.
“¡No, Maestro! ¡Tú herida aún no se ha curado!”
“Solo es un rasguño. Todo lo que necesita para sanar es un poco de
saliva.”
Lud intentó calmar el pánico de Sven.
“También me preocupo por ti, aunque no tan preocupado como Sven”
Jacob, quien analizó la situación tranquilamente, volvió a hablar.
“¿Quizás estas trabando demasiado?”
Lud simplemente se cayó por que se sintió mareado. Sin embargo, era un
ex soldado. Este tipo de comportamiento era extraño para Lud, quien era
notoriamente robusto.
“Hmm… supongo. Pero nunca imagine que algo así sucedería.”
La razón por la que se desmayó fue por el exceso de trabajo. El trabajo
en Tockerbrot ha sido continuo. La panadería ahora era lo suficientemente
exitosa como para realizar viajes de ventas a las ciudades vecinas para
conseguir clientes fuera de Organbaelz. Y más clientes significan más pan para
vender.
La oferta y demanda es fundamental. Sin embargo, la producción de pan ha
sido insuficiente para adaptarse al aumento de clientes.
“El problema es que solo Lud puede hornear pan. Sven es una mesera, y yo
puedo ayudar con las ventas en la panadería pero no a hornear”
Cuando la panadería había sido pequeña y poco popular, Lud solo podía
ganar suficientes, aunque escasas, ganancias. Sin embargo, ahora era diferente.
Jacob y Marlene vinieron a ayudar, pero eran ayudantes de ventas. Lo mismo era
para la talentosa mesera Sven. Ella ayudaba con la administración, las ventas y
los servicios de entrega pero no con la elaboración de pan.
“El tamaño de la panadería ahora es el doble de grande, con dos hornos y
el doble de clientela. Si solo Lud estaba haciendo todo el pan, es entendible
que se hubiera mareado.”
Lud estaba encargándose del trabajo con el aguante físico y mental de
sus días como soldado, pero aparentemente había alcanzado su límite.
“Lo lamento. Si solo pudiera ser más útil…”
Milly murmuro con una mirada de arrepentimiento en su rostro.
Con el objetivo de convertirse en una panadera, ella trabajaba en
Tockerbrot como aprendiz de Lud. Cada día, renovó sus esfuerzos, y lo intentaba
al máximo para mejorar sus habilidades en la panadería, pero su pan no era lo
suficientemente bueno para vendérselo a los clientes. Así que, ella seguía
siendo la chica de los mandados. Se sentía triste por no ser de utilidad.
“¿De qué hablas? ¡Aun estas en crecimiento! ¡Si pudieras tomar mi lugar
en menos de una año de entrenamiento, perdería mi puesto!”
Lud tranquilizó a Milly con un tono amable. Esto no era lastima o
simpatía, y no estaba mintiendo por amabilidad. Lud en verdad estaba feliz al
ver a su aprendiz desarrollar la honestidad e integridad para poder notar su
falta de habilidad.
“S-si…”
Milly asintió y respondió en voz baja. Sus mejillas se sonrojaron
ligeramente. Parecía pequeña pero este año cumpliría quince años. Lud la
trataba como a una niña pequeña, pero
ella estaba sintiendo algo por él.
“En fin... ¡continuemos!”
Rápidamente al sentir el cambio en la atmósfera, Sven interrumpió.
“Incluso si queremos aumentar el personal, necesitaríamos contratar
profesionales para hornear pan y eso es difícil.”
“Concuerdo. No hay nadie así en el pueblo.”
Tockerbrot era la única panadería en el Organbaelz. El pueblo
originalmente era más pequeño pero desde que la mina abrió, su población
incremento. No había suficientes especialistas en proporción con la población.
“Oops perdí la oportunidad de mencionar algo”
Marlene hablo con una mirada preocupada. La razón por la que fue a la
panadería fue para entregar un mensaje del ayuntamiento.
“Um, sabes, es casi la época de Acción de Gracias”
Día de acción de gracias, festival de la cosecha, celebración otoñal tenía
muchos nombres pero era una celebración de la cosecha del año y era momento de
darle gracias dios y prepararse para el invierno en camino. Incluso en un
pequeño pueblo como Organbaelz se tomaban el día libre del trabajo para esta
ocasión. Todo el pueblo se reunió, invitando a artistas y cantantes a un
bullicioso festival.
“Tengo una solicitud del ayuntamiento para que Tockerbrot sirva la
comida en el festival”
Después de decir esto, Marlene les mostro un panfleto del día de acción
de gracias.
Berun era la capital real del principado de Wiltia, y en el centro de esta
ciudad estaba el palacio real, y en una esquina del palacio estaban los
cuarteles de la Schutzstaffel. Originalmente, esto cuarteles le pertenecían al
ejército común, pero debido a los recortes en el equipamiento militar, ahora
era la instalación de la Schutzstaffel para alojar a sus soldados.
En la cafetería dentro del edificio, una oficial de aspecto joven tenía
una mirada de descontento mientras usaba un tenedor para apuñalar las
salchichas en su plato. Su nombre era Hilde, diminutivo de Hildegard von
Hessen, teniente de la Schutzstaffel.
“¡Maldición! ¡Maldición! ¡Maldición!”
Apenas estaba comiendo su comida, y en cambio, apuñalaba la carne —
¡bam! ¡bam!— con un tenedor, levantando la voz por su ira y frustración.
Los otros soldados de la Schutzstaffel alrededor no se le acercaban, de
hecho nadie se acercó a ella. Sin importar el rango, difícilmente alguien era
amigable con ella.
“Teniente, ¿Qué sucede?”
Si alguien lo intentó, fue el cabo, un soldado que servía directamente
bajo su mando.
“Esta cafetería es solo para los oficiales.”
Dentro de la Schutzstaffel, las normas que regían la posición y el rango
eran estrictas. Los oficiales y los soldados comunes eran tratados de maneras
distintas en otros aspectos.
“Bueno… en realidad, se me informo que una excepción seria hecha para
que yo también pueda utilizarla.”
El cabo parecía ajeno al mal humor de Hilde cuando respondió.
Por razones que no fueron claras, el teniente general Genitz, el jefe de
la Schutzstaffel, le había recomendado directamente a este hombre.
Aparentemente el cabo tenía considerable experiencia en batalla en la reciente
gran guerra, y fue considerado como el
asistente perfecto para Hilde, quien no había estado en combate.
¿Cómo es posible? ¡Se ve ridículo!
Hilde lo maldecía en su cabeza.
A pesar que utilizaba un uniforme de soldado común de la Schutzstaffel,
la apariencia del cabo era extraña, con una máscara de hierro cubriendo toda su
cabeza. Dijo que tenía una desagradable cicatriz, pero la máscara lo hacía resaltar
más.
No había nadie más en la cafetería. Al parecer las comidas eran
desagradables alrededor de la gruñona Hilde y este payaso soldado.
“¿Paso algo? Siempre estas irritada pero hoy incluso más…”
“¿Hunh?”
“Uh… nada”
El cabo apresuradamente se cubrió su boca cuando Hilde lo volteo a ver.
“Solo fui a ver al teniente general”
Hilde habló con desánimo.
Hace una semana, Hilde había fallado en cumplir las órdenes del general.
Regularmente, ella se habría disculpado de inmediato, pero el permiso para verlo
no había llegado hasta hoy.
Una hora antes, en la sede central de la Schutzstaffel en el palacio
real…
Hilde estaba en la oficina de Genitz.
“¡Lo lamento, teniente general! ¡Tomare la responsabilidad por esto de
cualquier manera que pueda!”
Hilde respetaba a Genitz. Ella creía en él y llevaba a cabo sus órdenes
directas con una alegría equiparable a servir a dios.
Así que significó una mayor desesperación que la muerte al fallarle.
“Oliver Schmitz... Ellen el Ho... Klaus Haudemann...”
Genitz estaba parado al lado de la ventana, viendo afuera y en voz baja
decía los nombres.
“¿Huh? Teniente general... um...”
“Enrique Hauckgodden... Anthony Nogudd...”
Sin responderle a Hilde, Genitz silenciosamente decía nombre tras
nombre, y todos le resultaban familiares a Hilde.
“Sin duda, esos no son…”
“Sergei Wilms... Nicolas Fassbender... Drillon zum Thaves...”
Finalmente, Hilde reconoció los nombres. Comenzó a sudar. Estaba bajo un
gran estrés y la fría humedad de su cuerpo estaba rezumando a través de su piel,
como lo haría en una esponja.
“Egmont Ike... Vanessa Steinhauser... ¿Conoces estos nombres?”
Mientras preguntaba esto, Genitz finalmente volteo a verla. No la estaba
acusando o juzgando. Incluso había cierta amabilidad en su voz, como si fuera
un maestro preguntándole a un estudiante.
“Yo… Yo… Yo deje morir a esos soldados.”
Los nombres pertenecían a los subordinados de Hilde que murieron hace
varias semanas mientras estaban en una misión.
El teniente general está molesto. Me confió esos soldados a mí y yo los
deje morir sin ninguna razón. He hecho algo imperdonable.
“Ohhh... ohhh... ohhh...”
Sus piernas parecían repiquetear mientras temblaban. No podía dejar de
sudar y sus ojos estaban llenos de lágrimas. En su frustración, ella apretó los
puños así se clavarían sus las uñas en las palmas de sus manos. Pero no sintió
nada de dolor.
“No.”
La respuesta de Genitz fue completamente inesperada.
“¿Huh?”
Hilde respondió tontamente.
“¿Cuál es el significado de un rango militar?”
“Es…Es…”
“Responsabilidad”
Genitz respondió antes que Hilde pudiera contestar.
“Un oficial superior es encargado de dirigir a sus subordinados. Te di
10 soldados, una unidad Hunter completamente nueva, suficiente información, y
una solicitud de apoyo de la oficina de mando de la base local. Te he dado
mucha preparación.”
Su voz seguía siendo la misma. Era amable.
“Pero le confié esta orden a alguien que no la pudo completar la misión.
Así que es mi culpa. No hiciste nada mal. Es toda mi culpa al no poder notar tu
completa falta de habilidad.”.
“ ¡¡—!!”
La conmoción para Hilde fue como si un cuchillo de hielo le hubiera
perforado el corazón.
Genitz era como un dios para ella. Su alegría residía en que ese dios
confíe y se apoye en ella. Pero le acababa de decir que era inútil.
“¡¡Señor!!”
Hilde no sabía qué hacer. Tenía que hacer algo para rogar por perdón.
Como los subordinados en todas partes siempre hacen.
“¡Perdóneme! ¡Es mi culpa! La próxima vez, no fallare…”
Se arrodillo y apoyo su frente contra el piso. Estaba postrada en una
profunda y formal reverencia.
“Por favor…Por favor, no—”
Antes de que pudiera rogarle que no la abandonara. Genitz gentilmente
puso su mano en su hombro y habló con una voz que era admonitoria, pero que
ofrecía un sincero consuelo.
“Es suficiente. Gracias”
Sus palabras eran muy amables. Su voz, dulce y ponzoñosamente tersa,
llegó al corazón de Hilde.
“Vete a casa. No necesitas hacer nada.”
Genitz no dijo nada más.
"El teniente general ya no me necesita... Me abandonó... Me ha abandonado".
Hilde golpeó con fuerza la mesa.
"Tal vez estás pensando demasiado esto. Estaba en el informe, ¿no?
Alguien además de Lud Langart mató a diez soldados, incluyendo a la tercera
teniente Vanessa".
En su reciente misión, Hilde utilizó una unidad Hunter en su batalla
para derrotar a Lud. Durante esa batalla, ordenó a sus subordinados que
vigilaran a los rehenes, pero alguien los había matado a todos.
Y sus muertes habían sido impensables. Fueron golpeados... hasta la
muerte con una fuerza increíble. Las entrañas de Vanessa se habían destrozado.
Todos los agujeros de bala en el lugar habían salido del arma de Vanessa. Por
lo tanto, puede que hayan sufrido un ataque por sorpresa y fueran derrotados
después de resistirse.
"¿Quién diablos fue? Alguien con quien no contábamos. Cuando las
previsiones cambian, los resultados también pueden cambiar. El teniente general
lo tuvo en cuenta y decidió no castigarte".
El cabo hacía un esfuerzo desesperado por consolar a Hilde. Y su gran
amabilidad llegó hasta ella.
"¿Cabo? Um..."
"¿Sí?"
Hilde le hizo un gesto para que se acercara. El cabo acercó su rostro,
indefenso, como si quisiera discutir algo en secreto.
"¡Déjame en paz!"
Gritó Hilde con rabia y le dio un puñetazo en la cara al cabo. No, no
sólo le dio un puñetazo. El puño de una chica no rompería la máscara metálica
la máscara metálica que llevaba el cabo. En lugar de su puño, lanzó un plato
lleno de comida revuelta.
"¿Estás... sintiendo pena por mí? ¿Sientes lástima por mí? ¡¿Tú?!
"
Los hombros de Hilde temblaron, y lo miró con odio.
"¡No! ¡Teniente! Yo-"
"¡Cállate!"
El cabo había caído de espaldas. Hilde le pisó la cara, como si fuera a
aplastarlo, con una bota militar reforzada con metal.
"¡Agh!"
La máscara no pudo proteger al cabo y éste gimió de dolor.
"¡Maldita sea! ¿Cómo ha ocurrido esto? ¿Qué puedo hacer por el
teniente general?"
¿Qué podía hacer para que volviera a mirarla? ¿Cómo podía hacerse
importante para Genitz? La cabeza de Hilde daba vueltas con preguntas.
"Uh... ¿Teniente? Um... ¡hay una manera!"
El cabo contenía el dolor mientras hablaba.
"¡¿Qué?! ¡Sólo intentas decir alguna tontería! Te sacaré los ojos
los ojos y te mataré".
"Por favor, no lo hagas. Um... la única manera de recuperar tu
reputación es lograr una proeza militar".
"¡No estaría en este lío si pudiera hacer eso!"
Esta vez Hilde lanzó el bote de pimienta que había en la mesa
directamente hacia él.
"¡Achoo!"
La botella golpeó su máscara y se rompió. El fino polvo cayó entre las
aberturas de la máscara para los ojos y la nariz.
"¡Escucha! El teniente general me dijo que no hiciera nada. ¿Entiendes
lo que significa?"
Suspensión indefinida. No sólo significaba que no podía participar en
las misiones, también significaba que no podía asignar soldados y equipo por su
cuenta.
"¡Si pudiera traer de vuelta la cabeza de Lud Langart, el Lobo Plateado!
Entonces el teniente general se dedicaría a alabarme a mí. Por desgracia,
Langart es un monstruo. No es un oponente que pueda derrotar sola".
Ella no sabía que detrás de Lud estaba Sven, una Unidad Hunter
humanoide. Además, había otra persona con intenciones diferentes...
Ella no sabía nada de esto, pero sabía que no podría derrotar a ese
oponente por sí sola.
"¡Achoo! ¡Achoo! Ahhhh... ¡choo!"
"¡¡Presta atención a lo que digo!!"
"¡¿Gwah?!"
Esta vez, Hilde giró la silla en la que estaba sentada y la estrelló
contra la cabeza del cabo.
"Ugh... Veo estrellas..."
"¿Debo enviarte al cielo y así te conviertes en una estrella?"
El cabo había aumentado la irritación de Hilde hasta el límite.
"No... quiero decir... ¡Lo que digo es que hay una manera!"
"¡¿Entonces cuál es?!"
"Teniente, ahora mismo estás corta de soldados y de equipo. Creo
que sólo me tienes a mí y a otra persona".
"¿Y qué?"
"Entonces haz que ese otro soldado sea un monstruo poderoso que pueda
derrotar al Lobo Plateado. ¡Un monstruo imbatible!"
"..............."
Sin hablar, Hilde levantó la silla y trató de golpearlo de nuevo.
"¡Espera! ¡¿Qué?! ¿Por qué intentas golpearme?"
El cabo se apartó de ella de forma patética.
"¡La forma en la que estás elaborando el punto me molesta!"
"¡Eres mala!"
El cabo fingió, de forma evidentemente falsa, limpiarse las lágrimas de
su máscara.
"¡Deberías haber seguido hablando! ¿Y qué? ¿Me estás diciendo esto
porque conoces a alguien parecido a ese monstruo?"
"Sí, por supuesto".
El cabo lucía una sonrisa fingida que Hilde pudo percibir claramente,
incluso a través de su máscara.
“Teniente, ¿ha oído hablar del Hombre Lobo?"
El Hombre Lobo era un soldado Wiltiano que hizo su nombre conocido en
todo el mundo durante la reciente Gran Guerra Europea. En el país vecino de
Filbarneu, su nombre era sinónimo del demonio. Se decía que su trabajo
encubierto, sus misiones secretas y asesinatos habían provocado más la muerte o
las heridas de más de 100.000 soldados de Filbarneu. Sin embargo, ese hombre
estaba ahora en custodia en una prisión para criminales especiales en las
profundidades del palacio real de Wiltia, para mantenerlo en silencio.
"He oído hablar del Hombre Lobo, y está sorprendentemente cerca de
donde estamos".
"Era un criminal especial extremadamente peligroso, así que es
mejor mantenerlo cerca que en una región remota. Cuando llegue el momento,
también será más fácil deshacerse de él".
Hilde y el cabo bajaban las escaleras hacia la celda subterránea que
albergaba al Hombre Lobo.
Las razones varían, pero los criminales especiales eran considerados
tóxicos para la sociedad, y especialmente para la nación. Eran intelectuales y
religiosos que podían influir y llevar a las a las masas a perturbar la sociedad.
"Deberían haberlo matado de inmediato".
Hilde lo dijo despreocupadamente, pero no era tan fácil.
La muerte podía glorificar a una persona así. Incluso la muerte de
alguien insignificante y ordinario podría conducir a la persona santificación y
poder sobre los demás.
En otro país, hubo una vez un hombre al que le fallaron los controles
del avión. Se suponía que debía retirarse y regresar, pero accidentalmente se
lanzó en picado hacia las fuerzas enemigas. Los militares lo utilizaron como
propaganda, proclamándolo como un héroe que había realizado un ataque suicida
solitario para liberar a sus compañeros. Erigieron una estatua del piloto y
pusieron su nombre en los libros de texto de la nación. Pero sobrevivió, y
cuando regresó a su país, los militares, temiendo que fuera una mala influencia
para la sociedad, lo mataron en secreto.
"A veces los muertos dan más problemas que los vivos".
El cabo contestó irónicamente, quizás pensando en este incidente.
"De todos modos, eso es antiguo".
Hilde tocó la pared. A medida que descendían por la larga escalera, las
paredes, que habían sido de hormigón, cambiaron a ladrillos, y ahora eran sólo
montones de piedras viejas.
"Creo que se hicieron en la época del Dominio de Luftzand. Eso fue
cuando Wiltia era sólo un dominio del Sacro Imperio, y Berun aún no era una
ciudad".
El Principado de Wiltia fue llamado "tierra de caballeros"
porque fue fundado en tierras tomadas por un caballero que sirvió al Sacro
Imperio.
"Rellenaron el terreno y construyeron el palacio real de Berun
sobre el castillo de Luftzand, ampliándolo y renovándolo reiteradamente".
Tal vez porque no tenía la electricidad debida, el cabo sostenía una
lámpara y alumbraba para ver mientras hablaba.
"Son como capas geológicas".
Era como si las escaleras, que conducían al subsuelo, mostraran la
historia del Principado de Wiltia.
"Si no recuerdo mal, el Hombre Lobo regresó a este país en un
intercambio de criminales de guerra después de la guerra".
"Sí. Ha estado en prisión desde entonces".
Había una razón por la que el Hombre Lobo, a quien el gobierno
normalmente habría alabado como héroe de guerra y asignado a un deber
honorable, estaba confinado en un lugar así durante los dos años transcurridos
desde que terminó la guerra.
El más fuerte de los soldados de las fuerzas especiales, un hombre que
había actuado en secreto durante la Gran Guerra, huyó repentinamente de su país
y desertó a la nación enemiga de Filbarneu hacia el final de la guerra. Nadie
sabe por qué. Pero, el gobierno estaba muy resentido por la huida del Hombre
Lobo a Filbarneu y no podía aceptarlo silenciosamente.
Tras su captura, fue expuesto como un agente inhumano de las fuerzas
especiales. Así que, a lo largo de los dos años transcurridos desde que terminó
la guerra, este hombre, que daba miedo tanto a sus amigos como a sus enemigos,
estuvo encerrado aquí como para mantenerlo aislado.
"De todos modos, ¿cómo se las arregló para ver al Hombre
Lobo?"
"Conozco al administrador de este lugar desde hace mucho tiempo.
Y... recurrí a la cuenta secreta".
"Ya veo."
La cuenta secreta significaba gastos que no necesitaban ser incluidos en
un libro de contabilidad formal. En este caso, significaba soborno.
"Bueno, aquí estamos."
Finalmente, llegaron a la celda más profunda de la cárcel medieval,
donde un hombre estaba sentado solo.
"Este es el Hombre Lobo".
Al verlo por primera vez, Hilde frunció el ceño.
Ella se había imaginado un hombre musculoso y en forma, ya que tenía
fama de ser ser el soldado más violento de las fuerzas especiales, pero era más
bien delgado y parecía tranquilo y amable. Probablemente tenía más de veinte
años, pero tenía rasgos infantiles.
"¿Estás seguro? Dudo que un tipo que ha estado en la cárcel durante
más de dos años pueda servir de algo".
Los comentarios sarcásticos de Hilde no cesaban, ni siquiera frente a
este hombre.
Hilde sólo podía utilizar a dos soldados sin permiso, uno de los cuales
de los cuales era el cabo. El cabo había sugerido ocupar la posición restante
con el Hombre Lobo, un soldado con habilidades de batalla de élite. Pero Hilde se
sintió decepcionada al ver al hombre en cuestión.
"Cabo, abra la puerta de la celda".
"¿Eh? Pero..."
"No te preocupes. Mira".
Las manos del Hombre Lobo estaban atadas con grilletes y sus piernas
estaban encadenadas a bolas de hierro.
Apenas podía moverse.
"Pero, um..."
"Sólo abre la puerta".
Hilde miró al desconcertado cabo, obligándole a abrir la puerta. luego
entró en la celda y se puso a la altura frente al Hombre Lobo.
"Me llamo Hildegard von Hessen. Soy teniente de la
altura frente al Hombre Lobo.
"Me llamo Hildegard von Hessen. Soy teniente primera
de la la Schutzstaffel. Anímate. Voy a sacarte de aquí".
"..............."
"¿Me has oído?"
El Hombre Lobo no respondió al tono sarcástico de Hilde.
Estaba mirando el suelo de la celda con una mirada atontada.
"No me gusta la incompetencia. Desprecio a los hombres inútiles.
Así que voy a ponerte a prueba. He oído que eres un soldado famoso, así que
incluso en estas condiciones deberías ser capaz de mostrar tu fuerza".
Hilde dijo esto con una sonrisa malvada.
"¿Qué harías si yo hiciera esto?”
Hilde se movió para sacar su pistola de la funda que llevaba en la
cintura y apuntar su cañón hacia él...
"¿Eh?"
Pero no ocurrió.
Su querida pistola, que ella sabía que había llevado, había
desaparecido.
"¿Qué pasa, teniente? ¿Se le ha caído en alguna parte?"
Preguntó el cabo desde el otro lado de la celda.
"¡Eso es imposible! ¡Un soldado nunca fallaría a la hora de manejar
correctamente su arma!"
Para los soldados, las armas eran tan importantes como sus vidas.
"¿Estás buscando esto?"
Su arma estaba en la mano del Hombre Lobo, justo delante de ella.
"¡¿Qué?!"
Hilde se quedó muda.
La Walther PPK, la pistola favorita de Hilde, le apuntaba con el cañón
hacia ella, con el martillo levantado y listo para disparar.
"¿Cuándo has...?"
No había dejado de mirar al Hombre Lobo.
No...Tal vez había mirado a un lado por un momento, pero ella no había
visto al Hombre Lobo, que estaba sentado todo el tiempo, moverse.
"¿Estás satisfecha?"
Después de decir esto, el Hombre Lobo apretó el gatillo sin vacilación,
el arma seguía apuntando directamente a Hilde.
"¡¡¡Eek!!!"
Hilde levantó la voz, pero ninguna bala salió disparada del arma.
"Toma. Te devuelvo esto".
El Hombre Lobo le devolvió la pistola, haciéndola girar a la mitad para
que la empuñadura quedara frente a Hilde.
"Esto..."
El cargador que contenía la munición había sido retirado del arma.
"Sería peligroso si se hiciera un disparo, así que devolví las
balas".
"¿Las devolvió?"
Hilde no entendía lo que decía el Hombre Lobo, y en un estado de
incredulidad, buscó de nuevo en la funda y encontró el cargador dentro.
"No puedo creer que..."
Fue rápido. Pero aún más, aprovechaba instantáneamente los lapsos de
atención y visión de su oponente. Si el Hombre Lobo quisiera, ya podría haberla
matado tres veces.
"Ja, ja, ja... Impresionante. Has pasado la prueba".
Hilde se hacía la dura, pero no podía ocultar que su puño estaba
temblando.
Ella actuó como un soldado experimentado, pero ella nunca había
experimentado la batalla.
Así que este es un verdadero luchador que sobrevivió a la Gran Guerra...
Ella había sentido la misma cautela cuando se enfrentó a Lud Langart, el
Lobo Plateado.
"Um, ¿Teniente? ¡Acabo de recordar! Se suponía que debíamos dejar
atrás cualquier cosa que pudiera servir como arma antes de acercarnos a
él".
"¡Es demasiado tarde para decírmelo ahora!"
Hilde le gritó al enmascarado que también había regresado de la Gran
Guerra pero no tenía ninguna habilidad.
"¡De todos modos, ahora podemos ganar! Puedo vengarme de ese
¡hombre! Lud Langart, ¡prepárate y espérame! ¡Wa ha ja ja ja!"
Convencida de la victoria, Hilde rio estruendosamente.
"¿Quiénes son ustedes?"
El Hombre Lobo no estaba seguro de lo que estaba pasando.
"Um, por favor, espere un segundo. Ahora mismo, está en un viaje de
alegría".
El cabo dijo esto en un tono que hacía imposible determinar sus
emociones a través de la máscara.
Y entonces...
"¡Achoo!"
Mientras tanto, dentro de Tockerbrot, de vuelta en Organbaelz...
Lud, a quien Sven había permitido abandonar su cama, estornudó una vez.
"¡Maestro! ¿Se ha resfriado? ¡Lo sabía! Su salud sigue... ¡Vamos a
llevarte a la cama ahora mismo!"
La sobreprotección de Sven había aumentado aún más.
"No, estoy bien..."
Nervioso, Lud respondió con una expresión preocupada.
No estaba enfermo. Y lo sabía. Pero había sentido algo... un extraño e
indescriptible escalofrío.
¿Qué era eso? Espero que no pase nada malo.
Poseía una especie de sexto sentido que se había ganado durante su
tiempo en el campo de batalla. Era una advertencia de algo que estaba por venir,
y estaba haciendo sonar una alarma.
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